Almorzamos con la noticia de que Esperanza Aguirre ha
dimitido. El cáncer y el desgaste han conseguido hacer lo que no pudo e intentó
con ahínco Caiga Quien Caiga. Aunque no goza de mis simpatías, hay políticos
mucho peores y corruptos que siguen ahí. Alucino con su frase de despedida,
diciendo que de lo que más orgullosa está es del bilingüismo. Entonces, dios
mío, cómo será el resto de su gestión. Lo último que ha hecho es contratar a 30 nativos para
que den clase en institutos, saltándose la ley y exigiéndole a Rajoy que la
cambie. A día de hoy lo del bilingüismo es una
piltrafa, pura propaganda política. Hay muchos profesores que están dando
asignaturas en inglés sin dominarlo suficientemente. Los exámenes orales de
habilitación para acceder a esos puestos son penosos y me consta que aprueba
gente con menos idea que otros. Además de testimonios de gente que se ha
presentado, he visto en el telediario imágenes de estos profesores cometiendo
errores.
En mi humilde opinión el bilingüismo no es enseñar en inglés
los pueblos de España ni el estómago de las vacas, sino reforzar las horas de
inglés, que actualmente son 3 obligatorias a la semana, y desde ahí poder
abarcar mucho mejor las diferentes destrezas, aplicándolas en clase de ingles a
otras asignaturas. Yo, si tuviese tiempo, podría poner un documental del
National Geographic acerca de, por ejemplo, los delfines en inglés con
subtítulos en inglés, y luego trabajar sobre ello en clase. Otro ejemplo, los
de Bachillerato podrían preparar en grupo descripciones en inglés de cuadros del Museo del Prado,
visitarlo y que se lo cuenten a los compañeros. Las posibilidades son muchas.
Sin embargo, el tiempo y la programación que tenemos actualmente es muy
limitado.
Parece que en estos días se va a cerrar una nueva reforma
educativa desde el gobierno central (y van…) que quiere reforzar las horas de
las asignaturas troncales, incluyendo Lengua Inglesa. Ojalá sea así.