Volver al trabajo después de las vacaciones me cuesta tanto o más que cuando era estudiante. Pese a que ha pasado una semana sigo sin coger el ritmo. A partir de mañana empiezan los exámenes y se interrumpen las clases, con lo cual todo será más relajado a nivel de cansancio y horario, aunque, a parte de preparar exámenes y corregirlos, tenemos mucho trabajo de elaboración de cara al siguiente cuatrimestre. Estos últimos días de clase han sido principalmente de exposiciones orales en clase por parte de los alumnos, o lo que es lo mismo, los exámenes orales. Esta mañana una alumna me ha soltado un rollo acerca del squash. En esa clase tenía que hablar de un deporte o hobby. Les pedimos una versión escrita de su discurso para comprobar si han copiado de Internet, cosa que les decimos que no hagan desde la primera clase, porque si lo hacen tienen un cero patatero. Pueden coger información de aquí y allá, por supuesto, pero haciéndola suya, y si quieren poner algo textual deben usar comillas y especificar la fuente. Esta alumna ya tiene un cero en todo el curso, da igual que apruebe el escrito dentro de unos días. El caso es que debería haberlo hecho la semana pasada, pero apareció tarde con la muñeca vendada, diciendo que se había cortado. No me lo creí, pero no era plan de decirle en clase que se quitase el vendaje.
Fer se fue ayer. Si para mí es duro volver al trabajo, para él lo es más, después de casi un mes, y lejos de su familia y de su gente. Va a solicitar cualquier plaza que salga en Madrid, aunque el puesto no sea muy de su agrado. No sé si eso es correcto. Sí sé que me gustaría que viniese, nada sería mejor para este año, pero a ese precio… Es algo que él tiene que decidir, y ya parece muy seguro y dispuesto.