miércoles, junio 02, 2010

El Seminario

Es difícil describir la escena de ayer. Es de esas cosas que hay que ver para entender.

En el colegio tenemos jornada continua. Este año nos obligan a ir los martes por la tarde, de 4 a 6, para hacer papeleo, trabajo de secretaria, y así ahorrarse personal. A mí, que me ha pillado de nuevas, me jode hacer un trabajo que no me corresponde. Al resto, que antes no tenían que ir, les jode aún más. Ayer fue uno de esos días en que, en vez de hacer expedientes una y otra vez, y repetirlos porque no saben bien lo que hay que hacer, tuvimos un “seminario” con “el don”, que es como llamamos al fundador del colegio, ya jubiladísimo, que viene al colegio a jodernos. Ya podría quedarse en casa, dar paseos, ir a jugar a la petanca o recoger a sus nietos, como un anciano normal. El viene, nos coloca a todos sentados alrededor y nos pregunta como si fuésemos niños de Primaria. Le dice a uno: “di un número”, y a otro” “di otro más”, entonces los suma, nos va contando y pregunta al que le toque. La operación se repite durante dos horas y media. Nos interroga acerca de esquemas y actividades que nos obliga a hacer. Quiere que TODOS hagamos las mismas actividades: adivinanzas, fábulas, dictados, retratos, biografías… Si eres un profesor de matemáticas da igual, tienes que mandar biografías. De repente nos pregunta si usamos los utensilios de gimnasia. De repente nos pregunta normas del centro que se cumplen y que se incumplen. De repente nos pregunta si hacemos cálculo mental en nuestras clases. Y todo esto con un tono autoritario increíble. Es algo humillante. Un compañero dijo que los alumnos protestan por tener que pasar los datos de las encuestas acerca de nosotros al ordenador. Él le dijo de malos modos que les compre unas coca-colas y les convenza. Es increíble que esas encuestas anónimas acaben en manos de los alumnos y puedan modificarlas a su antojo al darles formato digital. Los alumnos han protestado a la directora, que escurre el bulto y les ha dicho que ella no sabe nada. Una compañera nueva que lleva un mes porque está cubriendo una baja, me decía que si se dirigiese a ella así se levantaría y se marcharía. La otra a mi lado que lleva dos años me dice “es urgente buscar trabajo”. Cuando llevábamos así treinta minutos más de la hora, un profesor de los peques, que se jubila en un par de años, estalló, y se puso a gritar que aquello no servía para nada, que perdíamos el tiempo, que estaba harto, que aquello no se podía aguantar. El fundador le gritó que todo aquello sí servía. Su hija la directora ineficiente y fea se apresuró y dijo: “nos vamos ya”. Fue muy violento. Todo a grito pelado. Tenía que pasar. Salimos todos en silencio. La secretaría, en la que no trabaja ninguna secretaria sino profesoras de infantil que se turnan, estaba cerrada y no podíamos fichar. A la directora la voz le salía ronca de los nervios cuando llegó a abrirnos.

El fundador está senil, pero sabe que sus hijas son unas zoquetes, que al lado van a ampliar un colegio que antes no tenía ESO, que de seguir así el colegio se va a pique.

La directora sabe que su padre está senil, que nos dificulta el trabajo, pero no puede controlarle.

Nosotros, en medio, nos jodemos.

1 comentario:

Justo dijo...

Me has dejado de piedra... me resulta todo kafkiano, esas profesoras de infantil haciendo turnos en secretaría y la tensa reunión con el anciano y la hija, los acertijos...

Otra cosa no, pero inspiración puedes tener para escribir un relato, o una teleserie..