MAZAZO Y CUMPLEAÑOS
El cumple en sí estuvo bien. Pero F. y yo teníamos que sacar ganas de fiesta de donde prácticamente no había. El viernes cuando salí de trabajar sobre las dos, le llamé y le noté raro. Así se lo dije a mi compañera Nuria. Cuando llegó a Rivas, más tarde de lo previsto, le pregunté y él no quería contármelo para que yo no me preocupase, pero insistí. Se había enterado por la mañana de que le habían concedido su traslado a Madrid, pero cuando su jefe en Las Palmas tuvo que firmarlo, se negó. Lógicamente estaba muy afectado y decepcionado. Su jefe sabe que F. quiere volver a Madrid, que es donde tiene sus padres mayores y achacosos, y su pareja. No se entiende nada. Ha sido un egoísta al retenerle. No es nadie para decidir en donde quieren vivir los funcionarios que están a su cargo. F. se ha volcado en el trabajo y así es como ha sido recompensado: en vez de premiarle es como si le hubiesen castigado. No se lo merece. Estando así las cosas, pues lo dicho: nos quedamos con pocas ganas de fiesta. Pero bueno, en realidad la gente llegó y así nos distrajimos un poco. Luego cuando se fueron estuvimos hablando otra vez de ello y consolándonos. Pero la sombra de ese mazazo nos ha perseguido el resto del fin de semana.
Mi fiesta. Mi madre me preparó tortillas, lombarda, pimientos rellenos, ensaladilla rusa, croquetas de jamón. Yo preparé unos canapés de huevo de codorniz, salmón, huevas y mayonesa. También compré humus. Todo estaba riquísimo y me dijeron que felicitase a mi madre. Me regalaron dinero para mi viaje relámpago a Londres, una foto de Laly Soldevilla, una barbacoa y un carrito de la compra. También me regalaron macetas. Lo que pasa es que dije que las quería de exterior y me regalaron cuatro de interior, demasiadas, sobre todo teniendo en cuenta que no estoy en casa para cuidarlas. Así que le he pasado dos a mi madre.
El resto del fin de semana más tranquilo. El sábado nos levantamos y limpiamos. Fui a comer con mis padres. Volví a Rivas y recibí la visita de Juli, Paco y Fernando, que me traían regalos. El matrimonio Lee, unos muñecos de T. Burton, y Fernando unas cortinas para la ducha, que ya tengo pero que voy a guardar porque dicen que es algo que se estropea mucho. No les pude atender porque llegaron cuando me tenía que ir al cine con F. Fuimos a ver El Ilusionista, que nos gustó, y después a cenar a casita, a estar tranquilos y hablar de nuestras cosas. El domingo por la mañana fui a despedir a F. a Barajas. Nos quedamos tristes, como cada vez que se va, esta vez a Londres, pero no nos queda otra más que esperar y que la siguiente vez que surja el traslado nadie se interponga en el camino que F. quiere tomar. Después de comer fui a Rivas con mi madre, para limpiar mejor. Al volver a Moratalaz, me llamó R. que si nos veíamos. Así que sin pensar nos fuimos a entretenernos un rato viendo El Perfume, cuya escena final no entendimos.
Hoy F. me ha llamado desde Inglaterra. El curso está yendo muy bien. Espero que lo disfrute. Aunque lo importante es que significa puntos para su expediente.
El cumple en sí estuvo bien. Pero F. y yo teníamos que sacar ganas de fiesta de donde prácticamente no había. El viernes cuando salí de trabajar sobre las dos, le llamé y le noté raro. Así se lo dije a mi compañera Nuria. Cuando llegó a Rivas, más tarde de lo previsto, le pregunté y él no quería contármelo para que yo no me preocupase, pero insistí. Se había enterado por la mañana de que le habían concedido su traslado a Madrid, pero cuando su jefe en Las Palmas tuvo que firmarlo, se negó. Lógicamente estaba muy afectado y decepcionado. Su jefe sabe que F. quiere volver a Madrid, que es donde tiene sus padres mayores y achacosos, y su pareja. No se entiende nada. Ha sido un egoísta al retenerle. No es nadie para decidir en donde quieren vivir los funcionarios que están a su cargo. F. se ha volcado en el trabajo y así es como ha sido recompensado: en vez de premiarle es como si le hubiesen castigado. No se lo merece. Estando así las cosas, pues lo dicho: nos quedamos con pocas ganas de fiesta. Pero bueno, en realidad la gente llegó y así nos distrajimos un poco. Luego cuando se fueron estuvimos hablando otra vez de ello y consolándonos. Pero la sombra de ese mazazo nos ha perseguido el resto del fin de semana.
Mi fiesta. Mi madre me preparó tortillas, lombarda, pimientos rellenos, ensaladilla rusa, croquetas de jamón. Yo preparé unos canapés de huevo de codorniz, salmón, huevas y mayonesa. También compré humus. Todo estaba riquísimo y me dijeron que felicitase a mi madre. Me regalaron dinero para mi viaje relámpago a Londres, una foto de Laly Soldevilla, una barbacoa y un carrito de la compra. También me regalaron macetas. Lo que pasa es que dije que las quería de exterior y me regalaron cuatro de interior, demasiadas, sobre todo teniendo en cuenta que no estoy en casa para cuidarlas. Así que le he pasado dos a mi madre.
El resto del fin de semana más tranquilo. El sábado nos levantamos y limpiamos. Fui a comer con mis padres. Volví a Rivas y recibí la visita de Juli, Paco y Fernando, que me traían regalos. El matrimonio Lee, unos muñecos de T. Burton, y Fernando unas cortinas para la ducha, que ya tengo pero que voy a guardar porque dicen que es algo que se estropea mucho. No les pude atender porque llegaron cuando me tenía que ir al cine con F. Fuimos a ver El Ilusionista, que nos gustó, y después a cenar a casita, a estar tranquilos y hablar de nuestras cosas. El domingo por la mañana fui a despedir a F. a Barajas. Nos quedamos tristes, como cada vez que se va, esta vez a Londres, pero no nos queda otra más que esperar y que la siguiente vez que surja el traslado nadie se interponga en el camino que F. quiere tomar. Después de comer fui a Rivas con mi madre, para limpiar mejor. Al volver a Moratalaz, me llamó R. que si nos veíamos. Así que sin pensar nos fuimos a entretenernos un rato viendo El Perfume, cuya escena final no entendimos.
Hoy F. me ha llamado desde Inglaterra. El curso está yendo muy bien. Espero que lo disfrute. Aunque lo importante es que significa puntos para su expediente.
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